Al enfrentar un problema de muestreo, es común que se identifique rápidamente un factor evidente, como un procedimiento inadecuado o una manipulación incorrecta. Sin embargo, este enfoque limitado puede impedirnos detectar otros problemas subyacentes que podrían surgir en el futuro. Para evitar este error, se recomienda realizar una auditoría de muestreo que permita evaluar exhaustivamente todos los componentes del proceso. Esta auditoría incluye la revisión de los procedimientos escritos, la observación directa en las áreas de muestreo y la comunicación efectiva de los hallazgos, tanto de manera oral como escrita. A través de estos pasos, es posible identificar y corregir las discrepancias entre lo que está documentado y lo que realmente se practica, asegurando así la representatividad de las muestras y mejorando la calidad de los resultados obtenidos.